En algunas ocasiones los planes no salen como esperamos, las obligaciones o emergencias aparecen y toca dejar el canuto a medias, incluso aparcarlo sin haberlo encendido siquiera. Para estos momentos existen determinadas medidas a tomar con el propósito de preservar cannabinoides y terpenos, evitando perder sabor y potencia. Sería una lástima tener que conformarse con fumar hojarasca para lo que antaño fue un buen porro.

Normalmente cuando un peta está a medio fumar y ha sido abandonado un tiempo, el sabor se vuelve desagradable y la pegada floja. Una verdadera desgracia provocada por la exposición al calor y la oxidación causada por el oxígeno a lo largo del tiempo. Esto puede ocurrir tanto como con chustas como con canutos previamente liados, siempre que no se respeten unas medidas adecuadas para su conservación. Aún con toda la pérdida cualitativa, sigue siendo seguro fumárselo y no representa un riesgo para la salud. Esto es así, siempre y cuando el deterioro no haya sido causado por un exceso de humedad, que provoca la aparición de hongos en la hierba y la vuelve infumable e insalubre. Es fácil detectar si esto ha ocurrido ya que el olor se vuelve totalmente rancio y asqueroso.

Pero ¿de cuánto tiempo estamos hablando? En general, el período de degradación empieza a darse a partir de un par de semanas con nuestro porro expuesto a las condiciones ambientales, y a partir de dos o tres meses el deterioro se vuelve ya importante, llevando consigo la destrucción de nuestras preciadas moléculas psicotrópicas. Por otra parte más optimista, si utilizamos un buen método para su conservación podemos dejar ese porro liado hasta un año en standby, sin perder prácticamente ninguna de sus propiedades organolépticas.

En el caso de los petardos a medio fumar existe la posibilidad remota de liarlos más pequeños a fin de no dejarlos sin terminar y que no se de pie a tener que guardar nada para después. Es una opción difícil pero hay que verla desde un punto de vista positivo: de esta forma nos fumamos un porro ahora y otro después, sin prisas. Si somos incapaces de rebajar la cantidad fumable, al menos hay que tener en cuenta que hay que apagar bien el canuto (a ser posible dejando que se extinga por sí solo) y librarnos con unos toquecitos de la ceniza residual.

Dicho esto las condiciones ideales para su almacenaje son una temperatura de 15-20o y una humedad relativa sobre el 60%. Las mejores opciones serían el envasado al vacío o una caja con humidificador como las que se usan para los habanos. También resultan las más caras, y normalmente no vamos a necesitar guardar demasiados porros liados en el tiempo, por lo que las opciones más rentables son cualquier tipo de recipiente, lo más estanco y opaco posible. Existen envases para porros sueltos, que en estos casos resultan geniales.