Desde hace unos años, con el boom de la legalización del uso recreativo del cannabis en EEUU, hemos visto un crecimiento de la industria enorme y una evolución de genética y métodos de cultivo asombrosa. Con la comercialización y el marketing llegan a nuestros ojos coloridos envases, todo tipo de alimentos imbuidos con THC, una ingente cantidad de nuevas variedades y una calidad en las flores nunca antes vista.
El estado de California fue pionero en la legalización de uso medicinal y posteriormente también en el lúdico, ya que históricamente movimientos como el hippie en los 60 y otras corrientes progresistas y contraculturales han surgido en ese territorio. Este ambiente social junto con el clima soleado (hasta el 76% de las horas de luz diarias) han contribuido a lo largo de los años para atraer tanto a cultivadores como aficionados al cannabis, hasta nuestros días donde California es el mayor productor de marihuana del país.
Concretamente en la zona denominada como Triángulo Esmeralda: un territorio montañoso y húmedo comprendido entre los condados de Humboldt, Mendocino y Trinity. Desde antes de la legalización esta localización remota ha permitido a los pioneros del cannabis experimentar con variedades y nuevas formas de cultivo, hasta transformarse en el punto neurálgico de hoy en día.
La “conexión holandesa” entre ambos lugares permitió un rápido crecimiento gracias al intercambio de información y semillas de ambos continentes, ayudada por la necesidad causada por las fuertes condenas estadounidenses y la criminalización del sector cannábico, que obligó a numerosos cultivadores yankees a trasladarse a Países Bajos, con unas leyes muy distintas con respecto al THC.
El resultado final son variedades y cosechas que alcanzan altos precios gracias a su garantía de calidad y la diferencia con la hierba “tradicional”. Los cogollos californianos vienen envasados al vacío, perfectamente manicurados y preparados para fumar. Por supuesto sin hojas ni ramitas, estas flores tienen un aspecto rocoso y redondeado, con una superficie suave y homogénea, como si hubieran sido comprimidos al máximo, pero sin ser extraordinariamente duros ni estar secos. La diferencia entre variedades por sabor y efecto se diferencia con suprema claridad, sobretodo por lo potente de su gusto y olor, debido a una alta concentración de terpenos y tricomas.
Gracias a la globalización es posible disfrutar de estas variedades en territorio nacional, y podemos encontrarlas tu asociación cannábica más cercana.